viernes, 6 de agosto de 2010

Que me quede con vos para siempre me decís.
Vos que me pedís el beso eterno, el de la muerte.

Que me vas a amar por siempre, me jurás.
Vos que te has aparecido ante mí con tantos rostros.
Hombre que desde siempre te inventás;
una forma de morderme, donde ya no sé gritar.

Para siempre, siempre y nunca.
Hasta la muerte y en el altar.
Te juraré amor por siempre, a vos,
Pedro, Jorge, Juan...

Hombre, a vos.
Que te regalo mi siempre.
Cogé el beso y cogé fuerte.
Que esos besos no se van.

Y ¿qué es el siempre? si no el presente eterno...
Segundo frágil y etéro.

Y vos, me pedís amor por siempre,
Vos. Sin saber que de eternidad,
solo sabe la muerte...

jueves, 5 de agosto de 2010

Vendas de siglos

Este lo escribí el 16 de julio de este año... Y ahora pues, me dieron ganas de usar este espacio de nuevo. ¿Que para qué? Pues no sé, para ver si alguien lee lo que escribo, para ver si al ver escritas las palabras, por fin, donde pueden ser leídas, esta sed se calma.


¡Quítense telas todas!
No soporto más esta ceguera.
Nací con las vendas puestas.
Vendas de siglos, vendas de historia.
Nací con cataratas profundas y crónicas.
Conjuntivitis de religión y odio.
Ciega como un topo.
Topo con vos y no te veo.
Pus en mis ojos.
Arde como fuego.
Viscosa ceguera,
huele a basura y zopilote.
Me come el cuerpo.
Me envuelve en una tela de niebla impenetrable.
Nací con las vendas puestas.
Vendas de dictaduras y militares.
Vendas de represión y sacerdote.
Tan antiguas, tan fuertes...
Ciega. Amalgama de carne y hueso.
Marioneta y pellejo.
Infección de dogmas e ideologías,
que me vendaron los ojos.