La voy a describir,
no porque lo necesite,
si no para que ustedes la conozcan.
Tenía pecas abundantes y oscuras,
cejas pobladas,
cabello negro.
Su sonrisa era amplia,
hermosa,
genuina.
Los ojos penetrantes,
como dos gotas de tinta;
me miraban,
me comprendían.
Me hablaba,
con carcajadas
que le brotaban
como agua de los ojos.
En su mano izquierda
sostenía sin dificultad
un racimo de Chirulitos.
No volver a verla,
es lo más probable.
Incluso es indispensable
que se marchara;
Eso no cambia el hecho,
tropezamos.
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