lunes, 8 de diciembre de 2014

Águila

Escalo a la roca más alta,
con cada piedra bajo mis pies
nace una nueva ampolla
que más tarde se convertirá en callo.
Mis manos agrietadas y cansadas
continúan aferrándose a las rocas
en un intento de no caer.
Cada vez más alto,
la respiración se torna agitada,
como cuando en tiempos que hora me parecen remotos
hacía el amor en camas prestadas y propias.
Tengo el abdomen contraído y rasgadas las ropas,
líquido vital tibio saboreo en mis labios rotos,
dejo huella en las piedras, testigo de mi paso.
Llegar a la cima, se convierte en mi misión más ambiciosa.
Renovarme es mi único objetivo,
caiga quien caiga.
Uñas, cabellos, trozos de piel y sangre, dientes;
nada quiero antiguo.
Quiero limpiarme de adjetivos,
de identificaciones,
de ideas y palabras.
En viaje interno me despojo de la ropa,
no sin esfuerzo y dolor termino de arrancar
una a una
las uñas encarnadas que aún
me quedan adheridas a la piel reseca.
Me desprendo de lo que creía que era,
de las ideas etéreas
que se han ido materializando en mi cuerpo.
Arranco las teorías que me hicieron de bastón
para caminar sobre lo que creía que era el suelo firme,
Ahora sé que no eran más que espejismos de mi mente
ofreciéndome falsa seguridad.
Tiro por el barranco conceptos, imágenes, moral y ética,
caigo con ellos en vertiginoso vuelo,
hasta reventar y destruir lo que me ha impedido ver adentro.
Dejo que el sol me alimente,
como de su luz a través de mis poros
cada vez más abiertos.
Ya no sé si la luz está afuera o adentro,
intercambio de energía con la fuente de todas las cosas.
Por fin me veo.

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