lunes, 8 de diciembre de 2014

Con nombre de dios

Me quedé con hinchados y resecos labios
vacíos de tus besos.
La barbilla enrojecida
extrañando el ardor de tu barba de fuego.
Las manos calientes
esperando entrelazarse nuevamente con tus dedos
para crear caminos torcidos
como raíces.
Me quedó el pecho abierto
la sensación de contener el mundo en el ombligo.
Una sonrisa cómplice
que ha quedado como huella imborrable
del paso de tu cuerpo por el mío.
Fuimos dos planetas desconocidos
que por un instante
alinearon su órbita
eclipsando a todo el universo.
Brillando con luz propia
detuvimos el tiempo.
Fuimos la envidia de los dioses.

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